El término amuleto (del latín amuletum; recogido por primera vez en Naturalis Historia de Plinio el Viejo, significando «un objeto que protege a una persona frente a un problema«) guarda cierta relación con el término talismán (del árabe طلاسم tilasm, y en griego telesma o «telein» que significa «iniciar a alguien en el misterio»).
Consiste en cualquier objeto portátil al que supersticiosamente se le atribuye alguna virtud sobrenatural: atraer la buena suerte o asegurar la protección de su dueño (efecto apotropaico). Los amuletos suelen ser: gemas o piedras, estatuas, monedas, dibujos, colgantes, anillos, plantas, animales, etc., incluso oraciones utilizadas en momentos concretos, como Vade retro satana, usada en la edad media para repeler al diablo o a la mala suerte.
Los amuletos son algunos de los objetos más antiguos de la humanidad, ya que el hombre vio en ellos la forma para escapar de los males que lo aquejaban, fuesen físicos, morales o espirituales. Los primeros amuletos eran objetos naturales, tales como piedras, maderas talladas o cristales naturales, que eran apreciados por su forma, color o rareza. Más tarde se optó por poseer objetos de uso cotidiano que por haber sido propiedad de alguien o haber sido parte de un suceso, se guardaban por presuponer que tendrían cierto poder. En la actualidad existen multitud de amuletos, tanto comerciales como personales, ya que cada persona valora el objeto de manera subjetiva y alcanzan diferente importancia. La persona que lleva el amuleto, por su creencia y fe en éste, puede o no desear revelar este hecho a otras personas y compartir su apego.
Estos objetos tienen la efectividad que la persona que los ha elegido quiera afirmar que posee. (ya sea por creencia o por engaño) Y la misma efectividad que cualquier otro objeto.