Un fetiche es un objeto, como por ejemplo una piedra, un diente o una escultura, que supuestamente posee el poder mágico de proteger del daño, curar la enfermedad y/o similares. Algunos creen que los fetiches son, en si mismos, mágicos mientras que otros creen que su magia proviene de alguna divinidad. Se cree que algunos fetiches son tan poderosos que sólo a las “personas especiales” se les permite manejarlos. Para el resto, el fetiche es un tabú.
La etimología de la palabra fetiche proviene del portugués “fetiço” cuyo significado es hechizo, usada por los navegantes lusitanos para designar a los objetos de culto religioso, la cual se difundió por toda Europa gracias al magistrado y erudito francés Charles de Brosses en 1757 y del cual escribió en Du culte des dieux fétiches ou Parallèle de l’ancienne religion de l’Egypte avec la religion actuelle de Nigritie.
Los fetiches, al igual que el resto de objetos, no poseen ninguna cualidad especial y están hechos, al igual que el resto de objetos, de materiales normales y muy comunes. La persona que los usa, a menudo, lo hace sugestionada bajo su propia creencia y esta, por supuesto, no hace que ese objeto adquiera dichas cualidades.