La fisonomía es la interpretación de la apariencia externa, especialmente los rasgos de la cara, para descubrir el temperamento y el carácter predominante de una persona.
La fisonomía también se ha utilizado como una especie de adivinación
y es a menudo asociada con la astrología. Los rostros que aparecen a la derecha son de Barthélemy Coclès Physiognomonia (1533) y muestran las pestañas de los hombres que se sienten orgullosos, vanidosos, y audaces.
Cocles, como otros antes y después de él, trataron de crear una ciencia de algo que cada uno de nosotros hace de vez en cuando: juzgar a una persona por sus características faciales. 
Los fisonomistas como Cocles suelen decir cosas como que «las personas con narices respingonas son vanas, falsas e inestables, infieles y seductoras«. Los narices respingonas del mundo tienden a despreciar tales tonterías pseudocientíficas.
Trescientos años más tarde, MO Stanton escribiría sobre el tipo nariz chata:
la interpretación del personaje está en consonancia con las peculiaridades de la forma [de la nariz], ya sea redonda, contundente, chata o una estrecha afilada. En cuanto a sus significados, indica bajeza, grosería, o mentalidad común. Si es relativamente fuerte, el personaje es más agudo y el sujeto más rápido en sus percepciones de aquellos donde se exhibió una chatez contundente, pero toda esta clase de narices tienen el mismo significado general en ausencia de poder de razonamiento, agresividad, irritabilidad, ganas de discutir, y oposición. ( The Encyclopedia of Face and Form Reading , sexta edición revisada., 1920)
Las reflexiones de Stanton se basan claramente en la magia simpática.
En los siglos XVIII y XIX, la fisonomía fue utilizada por algunos de sus partidarios como un método para la detección de tendencias criminales. Muchos fanáticos y racistas siguen utilizando la fisonomía para juzgar el carácter, la personalidad o la inteligencia. Esto no quiere decir que no sea cierto que algunas características fisonómicas están asociadas con ciertos trastornos genéticos, como el síndrome de Down o el síndrome de Williams. Pero estas, a diferencia de lo que postula la fisonomía, no guardan relación con los aspectos mencionados (de personalidad) sino con cuadros clínicos asociados al estado de un paciente enfermo.
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